martes, 10 de marzo de 2009

Distancia entre las estrellas y mi cabeza

Sigo arrastrando la resaca de haber creído que me había encontrado. Sigo fumándome la vida con la misma cara atónita, perfecta pintura de idiotez. Mi conocimiento se reduce a una vaga idea de la distancia que hay entre las estrellas y mi cabeza. Nada es totalmente cierto, nada ni nadie se demuestra como verdad. Otra vez me topo con la misma idea bastarda de que la vida carece de sentido, de esencia. Entonces me descubro absurdo… pendejo. Buscando magnificencia en donde, durante décadas, no he encontrado más que migas de conciencia humana y mucha mierda para retozar.

sábado, 7 de marzo de 2009

Fumando y con la nariz rota


Patéticamente estoy fumando otra vez. Y es que no se puede tenerlo todo. Cuando encuentro una buna razón para dejar de hacer algo, me descalabran cien razones más para seguir haciéndolo. Soy cobarde. Huyo de todo lo que no me place, le saco la vuelta a los disgustos inherentes a una vida feliz, pero cuando me alejo corriendo, tropiezo y me ropo la nariz.

miércoles, 4 de marzo de 2009

Bocados de ira

No debe ser bueno tragarse la ira. Además de su sabor desagradable, duro y seco, se siente como un gran pedazo de hule que no cabe en el tórax. Estorba. Sería más fácil transpirarla o escupirla a donde no haya nadie, a donde no haya materia orgánica que corroer o almas que salpicar.

Me acabo de tragar un buen bocado de ira gracias a mi maldita y absurda premisa de no convertir mi vida social en una trinchera, la guerra se lleva a cabo por dentro.
Difícil es fingir estabilidad en todos los sentidos cuando éstos se encuentran ocupados en una cruenta batalla entre sí. Cada uno de ellos está convencido de que su lucha es auténtica y sus ideales justifican la destrucción del campo de batalla y la impiadosa aniquilación del enemigo. (¿?)

Es casi imposible tomar parte.

Cada batalla ganada o perdida de cada uno de los protagonistas de esta guerra que erosiona mis entrañas siembra una semilla más de confusión, semilla que no necesita agua ni un terreno bondadoso donde crecer, y se esparce como hiedra con espinas que se desprenden a la menor provocación y se expanden en la carne viva para germinar una y otra vez y así cubrirme todo por dentro.

Por fuera sigo siendo un pedazo de plástico que respira y se aferra a las cosas que les gustan a los Cronopios aunque haya muchos Famas deambulando al rededor.

El Último

Me acabo de fumar mi último cigarro. Salí a comprar una cajetilla de Faros. Era de metal, muy bonita, ya no son sin filtro y no saben igual, tampoco llevan papel arroz. Ya no vale la pena chuparlos antes.

Prendí mi último cigarro y tiré por la ventana del coche la cajita de metal con diecinueve churros adentro mientras pensaba en la vida que llevo, en la que quisiera llevar, en la que nunca voy a llevar y en otras tantas que no venían al caso.

También me compré una coca de lata, esa no creo poder dejarla por el momento.

lunes, 2 de marzo de 2009

No sé dibujar

No sé si quien lee haya sentido alguna vez lo que yo siento al escribir lo que escribo cuando siento que no estoy.

El maldito tiempo pasa, corre, se va. Veo como todos andan su camino sin voltear a ningún lado, y trabajan y se enferman y se curan, y repiten sus ciclos con gusto. Es más, festejan cada vez que se percatan de que van por el camino correcto y pretrazado que la vida les marca. ¿La vida?, ¡La vida no existe!, la vida no es, la vida no tiene ni puta pizca de escencia.

Cada ente que anda por ahí, yendo y viniendo sin saber a donde, es menos, sin saber que va y viene, concibe su vida como le enseñaron a concebirla, y en el mejor de los casos pretende acomodarla como mejor le conviene, pero se engaña, dibuja un paisaje que nadie más ve y le gusta creer que los demás no sólo lo perciben, sino lo interpretan igual.
Bendita y maldita la hora en que me di cuenta de que mi dibujo de vida no existe, el momento en que me percaté de que era una pendejada mía.

Y ahora que me asomo por la rendija que se presenta ante la ausencia del placebo imaginario que era esa percepción ególatra del mundo, descubro un desmadre de dibujos diferentes delante de la cara de cada alguien. Grandes, diminutos, medianos, de colores, negros, incoloros... quisiera con todos ellos construir uno para mi, tomar lo rescatable de cada uno, o lo menos decadente, pero estoy tan cansado de intentar, de tratar de fingir que entiendo las cosas, que no me queda más que mirar y seguir vomitando letras que tal vez no quepan en el paisaje de nadie.

lunes, 23 de febrero de 2009

Que Valga

No hay nada que decir mientras no hiervan burbujeantes las palabras en la boca, y para que esto suceda, debe haber un fuego potente y casi perpetuo dentro del pecho, que caliente sensaciones y sentidos para generar ideas, que sean removidas por anhelos, ambición, imprudencia y locura, que generen la fuerza para vomitarlas en la cara de alguien más, o en el espejo, si es que no hay nadie cerca que valga la contracción del alma.

viernes, 20 de febrero de 2009

Más de lo mismo

Mientras caigo en cuenta de que lo único que puedo hacer es imitar viejos modelos "auténticos", me deprimo. Después de haber pasado tanto tiempo postrado firme en la idea del "ser diferente" del "ser anti-igual" veo con desatino e indiferencia simulada que históricamente han habido tantos como yo, que igualan a las filosofías de ocasión y tal vez hasta superan en color y número a quienes no se preocupan de estas ahora cuestiones valadí y viven iguales, indiferentes y felices, y cuya secta se define, contraria a la mía, por no tener interés alguno en la igualmente vana paradoja de mostrar a un ser cuidadosamente descuidado.