Qué difíciles se tornan las cosas cuando las opuestas realidades en que vivo se disuelven.
Mi parte corpórea se limita a estar, no tiene problemas. Sin embargo, mi psique se cuece.
Es insoportable el ardor del alma cuando de repente me encuentro perdido entre las percepciones de la jarana insustancial y los placeres del bienestar espiritual.
Es descollante para el alma cuando el placer de poseer y el placer de disfrutar se vuelven una masa homogénea.
No hay mejor manera de regresar las cosas a su lugar que salir a abrazar a un árbol gordo que no es propiedad de nadie.
jueves, 11 de junio de 2009
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario