La mañana me regaló un cielo grisáceso y frío.
Abrí los ojos porque unas letritas pequeñas y tiernas me hablaron al oído.
Unté un pan con mantequilla y me lo comí mientras buscaba mis llaves.
Reí al ver que las manchitas las habían escondido dentro de la lavadora.
Abracé mi saco gris y salí de casa.
martes, 13 de abril de 2010
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