miércoles, 8 de abril de 2009
30-30
El aire denso de primavera y mi abotargado cuerpo no son capaces de compartir amigablemente en el mismo espacio.
Entre este gas denso, las piedras que cuelgan de mis párpados sin pestañas de tanto resistir y la mal habida cotidianeidad que cada vez que huyo me alcanza como sí yo corriera con las rodillas volteadas, estan convirtiendo mi vida en una película de los años 30 que corre 30 veces más lento; con hartas pulgas que caminan despacito por todos lados, un hermoso silencio, alto contraste y sombreros de muchas formas.
Me entretengo viendo los sombreros pasar. Es lo único que me hace olvidar el sopor de vivir en el umbral de lo consciente y lo que vale la pena.
viernes, 3 de abril de 2009
Pedales
Ya entrado en...
PECES DE CIUDAD
Joaquín Sabina
Se peinaba a lo garçon
la viajera que quiso enseñarme a besar
en la gare d’Austerlitz.
Primavera de un amor
amarillo y frugal como el sol
del veranillo de san Martín.
Hay quien dice que fui yo
el primero en olvidar
cuando en un si bemol de Jacques Brel
conocí a mademoiselle Amsterdam.
En la fatua Nueva York
da más sombra que los limoneros
la estatua de la libertad,
pero en desolation row
las sirenas de los petroleros
no dejan reír ni volar
y, en el coro de Babel,
desafina un español.
No hay más ley que la ley del tesoro
en las minas del rey Salomón.
Y desafiando el oleaje
sin timón ni timonel,
por mis sueños va, ligero de equipaje,
sobre un cascarón de nuez,
mi corazón de viaje,
luciendo los tatuajes
de un pasado bucanero,
de un velero al abordaje,
de un no te quiero querer.
Y cómo huir
cuando no quedan
islas para naufragar
al país
donde los sabios se retiran
del agravio de buscar
labios que sacan de quicio,
mentiras que ganan juicios
tan sumarios que envilecen
el cristal de los acuarios
de los peces de ciudad
que mordieron el anzuelo,
que bucean a ras del suelo,
que no merecen nadar.
El Dorado era un champú,
la virtud unos brazos en cruz,
el pecado una página web.
En Comala comprendí
que al lugar donde has sido feliz
no debieras tratar de volver.
Cuando en vuelo regular
pisé el cielo de Madrid
me esperaba una recién casada
que no se acordaba de mí.
Y desafiando el oleaje
sin timón ni timonel,
por mis venas va, ligero de equipaje,
sobre un cascarón de nuez,
mi corazón de viaje,
luciendo los tatuajes
de un pasado bucanero,
de un velero al abordaje,
de un liguero de mujer.
Y cómo huir
cuando no quedan
islas para naufragar
al país
donde los sabios se retiran
del agravio de buscar
labios que sacan de quicio,
mentiras que ganan juicios
tan sumarios que envilecen
el cristal de los acuarios
de los peces de ciudad
que perdieron las agallas
en un banco de morralla,
en una playa sin mar.
viernes, 20 de marzo de 2009
El Moro


No imaginé nunca verme puesto en una situación así. Contando segundos con la mirada fija en un grano de azúcar muy cuadrado, casi perfecto. Diferente, grande, hipnotizante y transparente, pirrado a un cuerpo curvo que de no ser porque parecía que lo habían arado, sería como una salchicha un poco más larga de lo normal, escarchada, como el tiempo que ocurre mientras pienso en la procedencia de este cubo cristalino, más grande que los otros y también diminuto.
Los demás cubitos me miran contemplarlo, seguramente envidiosos, curiosos por saber qué es lo que mantiene mi mirada amarrada a su simil diferente. “-¿En qué radica la atención obsesiva que le tienen a este?-”, dirán entre ellos. “-Mira sus ojos, están fijos como los de un muerto-”, comentarán intrigados refiriéndose a mi, a mis ojos clavados, a mi cabeza recostada en la mesita donde hasta hace un tiempito, tomaba chocolate caliente de una taza blanca pegajosa y harta de espuma.
No sé cuánto tiempo ha pasado desde que el granito perfecto de azúcar se postró delante de mí para no dejarme volver la mirada a otro lado, para no dejarme oir nada, para no poderme mover ni un ápice, paradarme cuenta de que mi mente vacía experimenta el insufrible impulso de gritar todas las ideas de las que carece.
Lentamente estoy dejando de pensar.
miércoles, 18 de marzo de 2009
También
Las camisas sin planchar, la informalidad, de los frijoles, del agua caliente, de una sombrita en el césped, de los perros, de Hombrecito Lobo, de la comida quemada, de la machaca, de las juergas con puros hombres, de que se me acabe el puto gas, de la crema de elote, de masticar pedacitos de plástico, de los paletones corona, de desmadrar celulares, de las tortillas de harina caseras, de llorar con el pinche final de Le Cercle parfait, del pan con mantequilla, sal y pimienta, de las Kärcher, de mi estreñimiento, de las pecas por el sol...
...CONTINUARÁ.
lunes, 16 de marzo de 2009
Servilismo total
Caí en cuenta de que, de un tiempo a acá, he vivido huyendo de lo que consideraba "expresiones mustias de esclavitud cotidiana" (qué pinche risa).
Estoy perfectamente bien siendo esclavo de la Cabeza de Huevo, de la coca-cola, de patear un balón, de escribir, de mi frente amplia, de mis tenis apestosos, de mis amigos, de mi familia, de mi revista independente muerta, de mi nostalgia, de mis ganas de viajar a donde sea, del café sin azúcar, del rastrillo, de la ciudad, de las caricaturas, de mis ansias eternas, de tomar fotos, del vino, de mi ropa sucia, de mis libros re-leídos, de verl el cielo, de mis ganas de dibujar, de los árboles gordos, de mi güeva infinita, de mis ganas de dormir después de comer, de mi computadora, de fumar mientras manejo en la carretera, de portarme como niño cuando estoy con el Negro, de la cerveza, de mi estupidez, del sexo, de mis pobreza, de la música, de mi cepillo de dientes, de mi oficina, de los chocolates, de mi tobillo torcido, de mis impulsos comsumistas, de mis sueños absurdos donde puedo volar a 15 centímetros del suelo.
Entonces soy felíz, porque puedo decidir de qué ser esclavo y ser totalmente servil.
domingo, 15 de marzo de 2009
Mujeres que generan empleos
(¿Se puede ser de otra manera?)
Un amigo de Lisboa me ha ensañado que mi corazón palpita porque no tiene consciencia, y que si pudiese pensar se detendría. Nada hay más cierto.
Acabo de bajarme del Tren.
Camino por una avenida de Chihuahua con mi marlboro rojo humenado entre mis dedos. Con el frío sabe diferente, lo tiro a la mitad y recojo del suelo un cuadernillo doblado y sucio color café cuyo título hace referencia a las mujeres muertas del estado.
La primer página anuncia rimbombante, orgullosa y estúpidamente:
"292 feminicidios resueltos de 1993 a 2008".
En la misma página, acompañan a los "logros del gobierno", gráficos y leyendas que hacen referencia al "trabajo realizado", al "cumplimiento de los objetivos".
No sé si reir, llorar o cambiarme de sexo y darme un tiro para seguirles dando trabajo a estos pendejos.
Aviento el panfleto a la chingada.
Voy de vuelta al D.F.
miércoles, 11 de marzo de 2009
Abrazos Gordos
Hoy volví a asomar la cabeza al mundo, poco a poco.
Pude ver (emocionado) periódicos con encabezados chistosos, personas tirando penaltis, aros de cebolla escurriendo aceite, un salero casi vacío, un pimentero lleno, trapos sucios embarrando mugre en mesas cubiertas de plástico, paletas chupadas en el piso con dos largas filas de hormigas (una de ida y una de vuelta), gruñones manejando autos viejos, pendejos manejando autos nuevos, niños levantando faldas, niñas cagándose de risa de esos niños, novios trenzados, un tenedor chueco, una fuente con agua verde, edificios viejos y hermosos con ventanas que me invitaban a liberar al voyeur.
Ya en la calle, compré una coca de lata y disfruté su color rojo empañado, disfruté el cliché de abrirla y esbozar una sonrisa al escuchar el "psssst!!" para después darle un trago largo y retozar al final durante un segundo y seguir caminando como si me hubieran dado la mejor noticia imaginada.
Hoy volví a sentir la hermosa sensación de abrazar un árbol gordo.