Esta mañana me he atrevido a ponerle azúcar al café y le dí permiso al cansado sol de invierno de entrar hasta donde su halo quisiera llegar.
Sólo abrí la ventana y lo dejé pasar.
Me he entretenido contemplando las micropartículas de polvo que su luz de vainilla descubre a la vista de cualquiera. Les hablo de mis manchitas de colores en cautiverio y se alteran con mi voz.
Mientras abro la boca para probar el sabor de la luz y me como algunas micropartículas de polvo, pienso en lo felices que serían mis manchitas de colores si pudieran estar aquí conmigo.
viernes, 11 de diciembre de 2009
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