domingo, 15 de mayo de 2011

Ratos

Así como pude llegar a pensar (natural y estúpidamente) que nunca más tendrá la capacidad de amar, he tenido también la temeraria y resquebrajante sensación de que no volveré a articular sensible e insensata palabra alguna.

La gran capacidad que tengo de sabotearme sin piedad y sublimarme días después, es tan asombrosa como desconcertante. Un día cualquiera puedo despertar sintiendo que soy parte indisoluble de un etéreo, amorfo e inefable universo en expansión cuyo cielo parece tan distante y atractivo que me es imposible no sentir que crezco junto con él.

Dos o tres lunas después, siento una repulsión abrumadora hacia todo. El cielo me parece extremadamente bajo y asfixiante, y mis poros comienzan a emitir un odio exacerbado hacia lo inmundo que me parece el mundo.

Por otro lado, y de manera irremediable, tengo momentos de sensatez e insensibilidad que me permiten (obligan) a hacer cosas por dinero.

miércoles, 11 de mayo de 2011

Sangre negra

Es particularmente extraño que durante varios meses haya tenido una necesidad asesina de escribir y al momento de sentarme a hacerlo, ése asesino ávido de sangre negra y caligráfica, háyase desvanecido una y otra vez.

Durante los cortos días y las noches aguadas e interminables que sucedieron mi partida, la sustancia gruesa, viscosa y pasional donde coexistían flotando mi cerebro, mi corazón y mis letras fue paulatinamente perdiendo cuerpo y mis tres esenciales partes se hundieron sin remedio.

Debo decir que fui asquerosamente indiferente. Observé impávido a esa trinidad aparentemente inerte en el fondo de mí y no hice nada por ella.

Mas no era el fin.

Con el poder que tienen las cosas naturales, implacables, absolutas, y (otra vez debo decir) ante una espesa pasividad vomitiva, fui retomado violentamente por esos tres fantasmas sedientos de venganza.

Mi corazón está hinchado, mi mente gorgorea y se ahoga en ideas que durante este tiempo se tuvo que tragar mientras las letras se acomodan solas.