viernes, 25 de junio de 2010

Atole

Habíame dado cuenta de que tu ausencia es más densa que el atole.

Una mañana, al salir abruptamente de un sueño profundo y ordinario (en el cual había ciudadanos hormiga conviviendo con la gente, trabajando de cajeros, limpiando parabrisas, dirigiendo equipos de fútbol... en fin, un sueño profundo y ordinario) mis sentidos estaban trabajando a tope y sentí la pesadez abrumadora y asfixiante del vacío, de la ausencia, de tu manera de no ser.

Ya antes sentí algunas veces ese letargo físico envuelto en el desvelo del alma. Ese ínfimo momento de recién despierto que se hiende y por cuyas grietas se filtra la consciencia total de la existencia, la realidad plena, absoluta, desmaquillada y apestosa... así como es.

Empero, ya pasó... ya estoy metido en una oficina tomando café siendo inconscientemente feliz.

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