jueves, 3 de junio de 2010

Despacio

No deja de sorprenderme la relatividad inherente y casi siempre desapercibida que posee el tiempo.

He atravesado parsimoniosamente cinco meses que se antojan como quince si volteo a mirar enero.

Y dentro de ese cubo de segundos lentos y aglutinados (cuyas paredes me rebotan sin lastimarme cuando pego mi nariz en ellas) el último par se estira y pretende parecer siete.

Creo que sucede cuando me visita la muerte o cuando extravío uno de tantos sentidos de la vida. Esta vez perdí el más grande e importante. La búsqueda ha sido lenta y dolorosa pero fructífera. Lo escucho lejos, quedito pero firme.

Ahora sé a dónde voy.

Sigo caminando despacio.

Cada segundo, largo como hora, me regala una ínfima parte de mí que desconocía y me sorprende.

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