martes, 5 de mayo de 2009

El sarro de la Luna

Esta noche es similar a muchas que he tenido; solo, sin hambre, con mucha sed, sin cigarros ni ganas de fumar, refrigerador semi vacío, pantalón de pijama, torso desnudo, un calor que me acosa casi sexualmente al estar sentado en una mesa vieja, rayada, que dibuja muchas noches de borrachos con oficio que tuvieron un marcador indeleble a la mano.

Mis ya aburridas cavilaciones acerca de lo deshilachado que encuentro mi entorno, casi terminan por partirme en dos. No sé si la irreconocible luna que se asoma por un ángulo desnudo de mi ventana sea la causa. Puede ser que su color sarroso, ese absurdo maquillaje ocre, tenga algún efecto exponencial sobre mi yo abyecto, mal sano...

Las obscuras nubes grises de contorno afilado y brillante la acarician muy por encimita y sin causarle daño.

Erizan su piel.

Reparo entonces en el bello y macabro sentido del cielo que observo, el sarro en la luna cobra magnificencia, diluyo el espectáculo con el resto del mundo, me atrapa irremediablemente la vorágine del todo y vuelvo a saber que formo parte del lado macabro y hermoso del mundo.

No hay comentarios: