miércoles, 11 de marzo de 2009

Abrazos Gordos

Comienzo a salir de mi letargo. Hay veces que no es necesario más que cortarse un dedo y recordar que el dolor físico existe. A veces con el sólo hecho de volver a reconocer el sabor del vino o la cerveza como exquisitos, regreso y entiendo que hay algo más allá de los 40 centímetros de circunferencia que conformaban mi universo inmediato.

Hoy volví a asomar la cabeza al mundo, poco a poco.

Pude ver (emocionado) periódicos con encabezados chistosos, personas tirando penaltis, aros de cebolla escurriendo aceite, un salero casi vacío, un pimentero lleno, trapos sucios embarrando mugre en mesas cubiertas de plástico, paletas chupadas en el piso con dos largas filas de hormigas (una de ida y una de vuelta), gruñones manejando autos viejos, pendejos manejando autos nuevos, niños levantando faldas, niñas cagándose de risa de esos niños, novios trenzados, un tenedor chueco, una fuente con agua verde, edificios viejos y hermosos con ventanas que me invitaban a liberar al voyeur.

Ya en la calle, compré una coca de lata y disfruté su color rojo empañado, disfruté el cliché de abrirla y esbozar una sonrisa al escuchar el "psssst!!" para después darle un trago largo y retozar al final durante un segundo y seguir caminando como si me hubieran dado la mejor noticia imaginada.

Hoy volví a sentir la hermosa sensación de abrazar un árbol gordo.

No hay comentarios: