lunes, 16 de marzo de 2009

Servilismo total

Caminaba por ahí. Fumando, pensando, ¿por qué siento que traigo una pesada culpa cargando en la mochila? ¿por qué todo el tiempo estoy trantando de ser de equis manera? ¿por qué no me voy a escupirles a los carros rojos desde un puente? (deveras me gustaba hacerlo hace tiempo).

Caí en cuenta de que, de un tiempo a acá, he vivido huyendo de lo que consideraba "expresiones mustias de esclavitud cotidiana" (qué pinche risa).

Estoy perfectamente bien siendo esclavo de la Cabeza de Huevo, de la coca-cola, de patear un balón, de escribir, de mi frente amplia, de mis tenis apestosos, de mis amigos, de mi familia, de mi revista independente muerta, de mi nostalgia, de mis ganas de viajar a donde sea, del café sin azúcar, del rastrillo, de la ciudad, de las caricaturas, de mis ansias eternas, de tomar fotos, del vino, de mi ropa sucia, de mis libros re-leídos, de verl el cielo, de mis ganas de dibujar, de los árboles gordos, de mi güeva infinita, de mis ganas de dormir después de comer, de mi computadora, de fumar mientras manejo en la carretera, de portarme como niño cuando estoy con el Negro, de la cerveza, de mi estupidez, del sexo, de mis pobreza, de la música, de mi cepillo de dientes, de mi oficina, de los chocolates, de mi tobillo torcido, de mis impulsos comsumistas, de mis sueños absurdos donde puedo volar a 15 centímetros del suelo.

Entonces soy felíz, porque puedo decidir de qué ser esclavo y ser totalmente servil.

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