lunes, 12 de abril de 2010

Comida en casa

No acostumbro comer en casa, sin embargo, no pude dejar de pensar en mi frasco perdido y hoy regresé a medio día a sabotear el refrigerador y a seguir en la búsqueda del recipiente aquél lleno de ósculos surtidos.

Lo primero que hice fue buscar algo de comer. Un par de latas de atún, un poco de aderezo y un par de piezas de pan de caja fueron suficientes. Los acompañé con jugo de arándano.

Me senté en un sillón a devorar el alimento mientras pensaba en quién habría podido llevarse mi frasco.

Es muy extraño que quien haya sido, hubiera elegido apoderarse precisamente de un frasco a primera vista vacío. Y lo considero particularmente raro, debido a que hay al alcance de cualquiera otros objetos que pudieran parecer de mayor valor.

Una armónica, una guitarra, un televisor, una cámara fotográfica, un robot, fotos enmarcadas del hombre de barba blanca, en fin...

Volví a recorrer el lugar ya no en busca del recipiente, sino de algún indicio que me dejara saber, o al menos intuir, quién había sido el autor del hurto, para así ir cuanto antes a recuperar mis pertenencias.

No encontré nada.

No hay comentarios: