domingo, 11 de abril de 2010

Frasquito Perdido

Todo parecía normal cuando llegué.

Los muebles estaban callados y las ventanas estóicas recibían los impactos diminutos y tupidos de las gotas que el cielo arrojaba entusiasta.

Me quité el saco mojado y lo aventé sobre la única silla del comedor.

La cara me sabía a lluvia.

Al prender la luz de mi habitación descubrí que el frasco donde guardo los besos que no he dado había desaparecido.



Mi mandíbula rosó el suelo.

Mis ojos, desesperados, querían brincar a buscar por todos lados mi frasquito de besos que no he dado.

Y es que ahí están todos. Hay besos mudos, besos decalzos, de sabores, con ruedas, presos, diminutos, gordos, traviesos, largos, escritos, dulces, brillantes, redondos, tronados, robados, cantados, de colores, mojados, tontos, viejos, cansados, viajeros...

Lo busqué sin éxito hasta entrada la noche.

Afortunadamente traía uno en el bolsillo de mi camisa y se acaba de ir presuroso a su destino.

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