jueves, 25 de marzo de 2010

Pestañas de gato

Ya decía alguién que mis ojos eran tristes aún cuando era feliz.

Agradezco que alguien no esté cerca para sentir mis ojos, pues la tristeza macabra y cierta que ha venido a suplantar lo que alguna vez fue una mirada tibia y apacible sería mortal para su piel.

Mis pestañas de gato se han ido cayendo una a una.

Lentas, tristes se rehúsan a desprenderse de mis párpados. Empero, pocas son las que quedan pirradas a mi rostro.

A ratos trato de entender, cabilo, recuento, presiento, fumo, imagino y me muero otra vez.

El olor a diablo no se ha ido y amenaza con quedarse en la ciudad.

No hay comentarios: